Empiezo a preparar los materiales para la lectura específica sobre mi trabajo que estaré dando en un par de semanas en la Graduate School of Design y, de nuevo, no encuentro mejor manera de empezar que referirme a esos dos pasajes donde Hegel (en la introducción a sus Lecciones sobre Filosofía de la Historia) y Benjamin (en las Tesis sobre el concepto de historia) se interrogan por el destino de los despojos y desechos, las ruinas (Trümmer) sociales que el progreso va dejando a su paso. Estos dos fragmentos me han perseguido durante los últimos años y ahora el ángel nuevo de Benjamin y el individuo-histórico de Hegel vuelven a enzarzarse en una pelea irresoluble a orillas del Charles.
Eso sí, esta vez con Lukács de árbitro. En el primer tomo de su Estética éste sugería que «lo único que parece realmente necesario es el pasado, simplemente porque no puede hacerse nada para cambiarlo». Muy al contrario, siempre he pensado que una de las tareas fundamentales para toda disciplina es transformar, si resulta necesario, su pasado a través de una relectura que lo desnaturalice, que lo avive hasta hacer su memoria insoportable. Sólo así, creo, nos encontraremos en condiciones de adoptar una actitud verdaderamente progresiva hacia el futuro.
Lo cual, caigo en la cuenta, no es más que una paráfrasis de la tesis XII… está claro que conmigo la ‘tradición de los oprimidos’ tiene asegurada al menos esta pírrica victoria. Tengo dudas, en todo caso, sobre la digestión que de tal dialéctica pueda hacerse en estos lares.