Don Mitchell │ Lecciones sobre el ‘derecho a la ciudad’

La última sección Tribuna de la revista Urban fue ocupada por el geógrafo urbano Don Mitchell, en un artículo titulado ‘El poder detesta las ciudades-campamento: o la tiranía del espacio abstracto’. Mitchell es una figura clave en la tercera generación de recuperaciones anglosajonas de Henri Lefebvre, con un interés especial en el análisis de las dinámicas de gobierno y reapropiación del espacio público. Es autor del fundamental The Right to the City: Social Justice and the Fight for Public Space o del famoso ‘The End of Public Space? People’s Park, Definitions of the Public, and Democracy’, quizás uno de los artículos más citados en el campo de la geografía urbana en las últimas décadas.

Aquí tenéis a Don en Amsterdam, en una intervención del pasado noviembre de 2011, precisamente centrada en el tema objeto del trabajo que preparó para Urban. ¡Espero que lo disfrutéis como yo!

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9 Responses to Don Mitchell │ Lecciones sobre el ‘derecho a la ciudad’

  1. DC says:

    De la charla de Don Mitchell se percibe que el problema no radica tanto en como alojar (vivienda) sino como asegurar el derecho a un hábitat a las personas que han sido apartadas de la maquinaria del sistema. Un hábitat que es un entorno dónde una persona puede cultivar sus propias habilidades y establecer un modus vivendi. Como hemos visto también los homeless encuentran rápido las herramientas para sobrevivir (es decir no son perdidos sin ayuda o intervención) sencillamente hay que dejarles estar.
    Pero siendo fuera de un modo productivo para el sistema estas formas de auto-gestión pueden ser una real amenaza a las formas de poder instauradas. Estas “entidades” contesten las formas de producción del sistema económico pero también las representaciones políticas. Los asentamientos auto-gestionados que acaban siendo estos skid rows y que escapan a todo control del gobierno constituyen un “black box” para el estado. Este último cuenta no solo con la policía para eliminarles pero también con sus propios compatriotas. La demonización llevada a cabo por los políticos de la figura del homeless y la propaganda llevada a cabo hace reinar una phobia al otro en el seno de la comunidad. En efecto el eterno problema del homeless, relacionado con el fenómeno urbano, está relacionado con la visibilidad. En este sentido “ver” que fuera del sistema también se puede estar es inquietante para la clase dirigente, siempre lo ha sido, y rápidamente acude a sanear y regularizar la situación.
    Es muy inquietante ver el poder de manipulación de las ideologías y sus tristes efectos. Los varios casos de homeless retratados por Mitchell son peor que refugiados y están llevados a campos en su propio país! Pero que se espera cuando en el siglo XXI hay todo un pueblo que se ha quedado sin país, reclamado por otro pueblo como la tierra prometida. Será el momento de reconocer que la tierra no está prometida a ninguno, sino que es un derecho para todos. Los dispositivos de exterminio moderno, erigiendo campos o muros interminables no blindan de un tiro de piedra, y la lucha puede durar hasta 46 años. Los homeless serán vulnerables pero incansables, siempre encuentran la brecha o el “espacio intersticial” en palabras de Mitchell. La cuestión para los urbanistas es ¿cómo prever estos espacios intersticiales vitales? un entorno más igualitario porque como dice Tony Judt “If we remain grotesquely unequal, we shall lose all sense of fraternity: and fraternity, for all its fatuity as a political objective, turns out to be the necessary condition of politics itself.”

  2. J C says:

    La intervención de Don Mitchell en este congreso tiene una gran fuerza para remover la discusión, para atacar planteamientos desde la base y para dejarnos la mente agitada pensando sobre las cuestiones que plantea.
    No realiza aquí una reflexión teórica amplia y redonda encadenando ideas, sino que va relatando situaciones concretas de campamentos de homeless en EE.UU., siempre como si fuera un reportero, describiendo la situación en lenguaje común no disciplinar, sin abstraerse. Recoge hechos, datos y nombres, centrándose siempre en los momentos de conflicto y con una especial atención a las citas de los poderes públicos o agentes locales.
    Se consigue así llevarnos inmediatamente al lugar del conflicto, empatizar con los acampados. Evidencia también la fragilidad e improvisación de los discursos políticos cuando se trata de los sintecho. Razonamientos que parecen moverse dentro de una negociación según se desarrollan los hechos, para estructurar y justificar la acción. No hay una base sólida de principios teóricos estables, como queda expuesto sin pudor por las declaraciones recogidas. Éste es uno de los dardos de Mitchell. No olvidemos ese “Definitions” dentro del título de su famoso artículo. Mitchell es plenamente consciente de que si no se debate en torno a las ideas y definiciones, no se puede armar el conjunto de derechos de estas personas, hoy por hoy excluidas de todos ellos.
    Es también en este sentido donde Mitchell enlaza, aunque por encima, con los movimientos Occupy : ambos están planteando el derecho al espacio público, a la presencia y visibilidad en él , a su ocupación para la apropiación y el movimiento social en la reclamación de participar en “lo público”. Porque, en definitiva, ambos están poniendo en duda el conjunto del sistema capitalista ni más ni menos que a través de algo tan concreto como es la ocupación de espacio público.

    Mitchell va aportando sus pequeñas crónicas, una tras otra, leyéndolas en un tono y ritmo que no permiten descansar al que lo escucha. Cuando uno está pensando sobre la situación que acaba de describir, Mitchell ya está disparando la siguiente. Salvando las distancias, la sensación es la misma cuando uno lee los libros de E.Galeano: una concatenación de historias breves, aparentemente dispersas pero que están disparando una tras otra al mismo lugar.
    Mitchell consigue mediante su colección de casos y sus particularidades, enfatizar que es una realidad universal, que se repite en todas partes y a lo largo de la Historia, y que si se quiere suprimir, apenas se consigue simplemente trasladar. Todos los disparos de Mitchell van a la misma diana: las ocupaciones de sintecho son un resultado intrínseco del sistema capitalista, que demuestra ser totalmente incapaz de dar residencia a toda la población. Así lo deja claro repitiendo la frase de uno de los defensores de los sintecho: la tent-city no es la crisis; son las condiciones que causan la tent-city las que lo son.

  3. Jie says:

    Me parece que la causa del aparecimiento de las ciudades de carpa en EE.UU es por dos lados. El primer es que se apareció muchas desempleados con la influencia de la crisis financiera. No tienen casas porque ellos no tienen la capacidad económica para vivir en una casa en la ciudad. Por otro lado, también es una continuación de la Hippie cultura que apareciba en la guerra de Vietnam. En China y Europa, aunque también hay muchos desempleados que no tienen casas, pero ellos prefiere vivir individual en rinciones de la ciudad. Casi no hay nadie que viven en el borde de la ciudad conjuntos como los desempleados de EE.UU.
    Además, podemos estudiar la forma metropolitana de EE.UU para los grupos vulnerables por analizar las características de las ciudades de carpa.
    1) Las ciudades de carpa aparecen en el borde de la ciudad, no están en el centro de la ciudad ni están muy fuera de la ciudad. Esto muestra que es prohibido del aparecimiento de las ciudades de carpa dentro de la ciudad. Y muy fuera de la ciudad no es bueno para aparecimiento las comunidades de desempleados porque allí es difícil para encontrar trabajo y para oferta los suministros.
    2) Los desempleados viven juntos, esto muestra que vivir individual en las rinciones de la ciudad es muy peligroso en EE.UU porque toda la gente tiene arma de fuego. Por eso ellos prefieren vivir juntos para se proteger, aunque así llevará el medio ambiente muy malo.
    3) Muchas fuciones de comunidad de la ciudad también aparecen en las ciudades de carpa, incluye vecinos, caminos sencillos, incluso hay iglesia sencilla. Me parece que esto muestra que estas funciones básicas de la ciudad se puede realizar con costo menos.
    Por lo tanto, creo que las ciudades deben tener inclusive, deben permitir la existencia de la zona para los grupos vulnerables y la gente que no tiene casa. Y, es posible crear unas zonas para los grupos vulnerables en la ciudad.

  4. Susana says:

    Mitchell nos plantea de nuevo el debate sobre el miedo a la informalidad, está vez representado en el trato que tradicionalmente se ha tenido hacia los sin techo.
    Con una presencia constante a lo largo de la historia moderna, el discurso dominante que ha formado parte del imaginario de gran parte de la población ha sido el de la necesidad de eliminarlos del espacio público. En función de momento político estas acciones han variado desde la ilegalización hasta el realojo en espacios con un fuerte control social. Sin embargo, tal y como menciona Mitchell, la gente sin hogar es otra víctima del sistema y su presencia no desaparecerá hasta que no se solucionen los problemas que han ocasionado su expulsión a las calles.

    Pero estas víctimas parecen dejar de serlo cuando empiezan a organizarse, a crear estructuras sociales al margen del sistema que son capaces de hacer posible la satisfacción de las necesidades básicas de sus miembros. Las tent cities o los campamentos descritos en “Las uvas de la ira” son un ejemplo de la existencia de una vía de escape alternativa que puede funcionar. Es aquí donde surge el problema ¡el miedo a la alternativa! ¡la necesidad de erradicarlo! Pero hablamos de gente sin hogar, de personas que usan el espacio público para llevar a cabo las actividades de la vida cotidiana…personas visibles cuya existencia constantemente nos recuerdan los errores del sistema.

  5. Álex RS says:

    ‘Homeless’. Sintecho. SDF [‘sans domicile fixe’]. Emulando al profesor Smith (sí, me estoy refiriendo a él de nuevo) en su capítulo “Is gentrification a dirty word?”, podríamos preguntarnos si la palabra ‘homeless’ es también una palabrota. Palabrota no, pero al menos una palabra incómoda, especialmente para los responsables públicos, sí que lo es. Incómoda porque es una realidad que representa un fallo del sistema; una palabra entendida como negación de lo que debería ser un derecho, negación del hogar.

    Por cierto, resulta curiosa la apreciación de la expresión francesa ‘sans domicile fixe’ para referirse a la gente sin hogar, ya que sólo parece expresar la ausencia de una dirección postal estable, si bien el domicilio fijo, en muchas ocasiones, sí que lo tienen, a pesar de que éste se encuentre bajo un puente o en una tienda de campaña.

    Hipocresías aparte, es interesante –a la par que perverso– comprobar cómo ha cambiado el modo de actuar de ciertos políticos, al menos de cara a la galería, respecto a los sintecho, especialmente en el tema de las ‘tent cities’ que se mencionan en el vídeo. Mientras la línea tradicional de acción establece la retirada inmediata de dichos campamentos, expulsando así a la población que había colonizado este espacio (espacios generalmente intersticiales que, como afirma Mitchell, para los sintecho son totalmente “centrales”), existe otra línea de actuación, aparentemente más progresista e integradora (y que permite al político de turno apuntarse un tanto en la escala de aceptación social), en la que esta población no es expulsada como tal, sino realojada en un ámbito distinto de la ciudad. En la conferencia de Mitchell, esta línea la ejemplifica el plan llevado a cabo por el alcalde Kevin Johnson en la ciudad de Sacramento (se puede leer una entrevista al alcalde sobre este tema en el siguiente link: http://homeless.samhsa.gov/Resource/View.aspx?id=46940&AspxAutoDetectCookieSupport=1).

    Sin embargo, y es aquí donde aparece el punto perverso del asunto, aquellos que acepten el realojo deben seguir una serie de normas (como no poder entrar ni salir del nuevo campamento más tarde de medianoche, entre otras), coartando la libertad y autonomía de esta población, quienes, si desean participar de esta ‘oportunidad’ que se les ofrece, deben asumir un papel de sometimiento que no hace más que favorecer la pérdida de dignidad de estas personas frente al resto.

    Asimismo, estas actuaciones pseudo-integradoras suelen ir cargadas de una moralina caritativa limpia-conciencias que plantea el problema como un modo de hacer un favor a aquellos que no han seguido las reglas, a aquellos que no han participado del sueño colectivo. Se trata de un “yo te ayudo… pero algo habrás hecho”. Como muestra de esta bipolaridad, cabe destacar que la ciudad de Sacramento tiene una de las ordenanzas anti-campamentos más estrictas de todo EEUU (http://www.sacramentopress.com/headline/13176/Sacramento_City_Police_Arrest_17_Homeless_Campers).

    Siguiendo las palabras de Mitchell, “las ‘tent cities’ no son la crisis, sino las condiciones que causan que aparezcan estas ‘tent cities’”. Únicamente un sistema en el que las políticas públicas sociales sean capaces de adelantarse a hechos como el desempleo o el abandono escolar será capaz de reducir la vulnerabilidad residencial de la población.

  6. R. A. says:

    Es interesante saber cómo la crisis político-económico actual toca a los EUA, identificados fuertemente con el sistema capitalista. En mi país, Brasil, estos problemas son evidentes desde hace mucho tiempo, donde nos toca vivir rutinariamente en una ciudad campamento, o mejor en una ciudad sobrepuesta de dos mundos distintos, la ciudad planeada bonita y la ciudad informal, marginalizada y excluida. Cada cual con sus espacios de representación bien característicos.

    Las primeras formas de asentamiento informal en Brasil empezaron en Rio de Janeiro, capital en la época, en el final del siglo XIX con el fin de la esclavitud. Los esclavos que ya no tenían ni trabajo, ni donde vivir se organizaron en asentamientos precarios en los intersticios relegados de la ciudad. Sin embargo fue en la década de 70 que estos asentamientos hincharan efectivamente. El proceso de migración del campo para la ciudad y la llegada de extranjeros frente a crecente economía urbana y la pérdida de trabajo y competitividad en el medio rural hizo que los estos asentamientos ganasen grandes proporciones.

    Desde entonces han desarrollado estos dos tipos de ciudades. Según estudios el número de “favelados” entre los años de 1991-2000 creció 30% mientras la población creció 8%. Lo que me asombra en este escenario, como es considerado normal esta dupla realidad para muchos. Sin embargo, siempre se escucha de los movimientos de los trabajadores “sin tierra” que tuvo origen en el año de 1983 y que continúan con sus apropiaciones del espacio público y privado a fin de evidenciar sus necesidades en este contexto desigual. Sin embargo, la gente sigue amorfa, y sus movimientos no tienen el impacto que deberían tener, pues es normal, no tener techo…o mejor no tener ciudad desde nuestra concepción…

  7. M.I.B says:

    Don Mitchell nos pone el dedo en la yaga a todos los afortunados que tenemos un techo donde crecer, donde dormir y donde soñar. Pero en especial el dardo va para nosotros los planificadores urbanos mostrándonos en su video la criminalización hacemos y/o permitimos de los “homeless”. Mitchell nos muestra la situación en que viven cientos de personas en los EEUU. Pero esta situación se replica en todos los países del mundo en mayor o en menor escala en donde cada vez mas nos cruzamos con mendigos que viven y duermen sin techo en nuestras ciudades.

    Para el caso de los países latinoamericanos es desgarrador presenciar el crecimiento de los cordones de miseria en las periferias de las ciudades principales a donde la población emigra en busca de trabajo, seguridad y en donde arman sus cambuches con cajas de cartón y luego con material. Cuando se trata de entender este éxodo masivo se encuentra que estos barrios suelen ser colonizados por un invasor de espacios privados con pocas posibilidades en el corto plazo de ser desarrollados pues suelen estar ubicados en zonas de ladera de montaña con alto riesgo ambiental. Esto desarrolladores de campamentos le cobran dinero a las familias o personas que terminan habitándolos. Es desgarrador ver una cadena de injusticia social y dominación.
    Los campamentos resultantes suelen ubicarse en zonas de ladera de alto riesgo ambiental, sin acceso a servicios públicos, sin espacios públicos (aceras, vías) ni la posibilidad de que una ambulancia o un carro de bomberos penetre para atender alguna emergencia. Los niños crecen sin la posibilidad de un espacio para reunirse y jugar y ser niños.

    Mitchell y la realidad de nuestras ciudades me cuestionan profundamente mi rol como planificadora urbana y ciudadana de este mundo. Nosotros los planificadores urbanos estudiamos y practicamos esta disciplina con el propósito de hacer valer el interés publico sobre el privado. Las agencias del gobierno se crean para hacer valer el interés publico. Pero cual es el interés público en este caso?

    La ideología de la derecha nos indica que los burócratas de las agencias del gobierno deciden premiando sus intereses y sus políticas para extraer rentas de individuos y firmas. La ideología de la izquierda critica planteando que las decisiones del sector publico se toman para oprimir a las clases mas pobres e incrementar la dominación en favor del capitalismo. En ambos casos estas ideologías ven el aparato del sector publico como un instrumento represivo que no permite una gestión social progresista a favor de los mas pobres y de la construcción de sociedades mas igualitarias. Me pregunto cuál es la noción de interés publico? Cómo se construye el interés publico?

  8. M.I.B says:

    Dejo mi comentario al video de Neil Smith, Políticas y Seguridad Urbana.

    Neil Smith con un gran sentido crítico nos pone en evidencia la influencia del neoliberalismo -con su ansiedad salvaje de acumulación avara de capital – sobre el espacio público de la ciudad. Como Smith lo destaca, el valor a la competencia como ‘bien público’ del neoliberalismo trasciende a la ciudad, deja huella negativa en el bienestar de los ciudadanos en general pues reduce el acceso de los ciudadanos a los espacios públicos y restringe importantes lugares de nuestras ciudades acorde a unas “reglas” / “ leyes” de seguridad impuestas por el capitalismo salvaje de instituciones financieras transnacionales.

    Día a día nos acostumbramos a encontrar con mayor frecuencia mas espacios públicos cerrados para el uso de unos pocos y no nos cuestionamos estas situaciones. Día a día somos testigos y victimas de nuestros gobiernos locales permitiendo la reducción de su labor de protección social a su gente a cambio de construir ciudades mas interesantes para la atracción de capitales extranjeros cayendo en la trampa de así dar el salto al capitalismo global.

    Pienso que en la medida en que las ciudades no controlan el flujo de capitales globales, las ciudades se han visto resignadas a aceptar estas realidades del capitalismo neoliberal. En la medida en que la globalización a integrado la mano de obra masiva y a muy bajo costo de países asiáticos -que antes no participaban en la oferta laboral para atender la demanda por bienes del mundo occidental-, y con el culto del neoliberalismo a la eficiencia y a evitar la inflación a costas del empleo local, se ha dado como resultado un desempleo marcado en las ciudades occidentales antes nunca visto.

    Las ciudades del mundo occidental han aceptado cambiar sus industrias e chimeneas generadoras de empleo y convertirse en economías generadoras de servicios “ limpios “ a costas de su clase trabajadora. La atracción de inversionistas y capitales extranjeros para montar estas nuevas empresas con la excusa de crear nuevos empleos en las ciudades las ha metido en una competencia salvaje que en la realidad ha funcionado como un anzuelo en que los políticos locales terminen cayendo en la trampa de legislar a favor de los flujos de capital extranjeros y a expensas del bien publico de sus residentes locales.

    Coincido con la apreciación de Smith en que el capitalismo salvaje de la globalización ha generado un cambio de prioridades en los gobiernos locales pasando de atender y velar por la reproducción sostenida de la clase trabajadora a atender las nuevas reglas del sistema capitalista globalizado.

    Es con Smith y su gran capacidad crítica que veo de manera tangible como la globalización domina y somete la capacidad y autonomía de la planeación urbana local.

  9. Fernando says:

    Don Mitchell nos pone frente a miles de situaciones de personas sin hogar que viven actualmente en ciudades norteamericanas en situación de decadencia postindustrial. Ciudades con altas tasas de paro, afectadas por recortes en los servicios sociales, endeudadas y/o con situaciones enquistadas de corrupción en sus administraciones públicas. Las formas de organización de las tent-cities van desde la autogestión independiente del sistema hasta una represión brutal más propia de un campo de concentración.

    Nos enseña como las formas de auto-organización para conseguir desarrollar un hábitat se generan de forma espontánea en cualquier asentamiento humano. La colectividad cumple funciones de protección, crea formas de comunicación propias, organiza sus servicios, posibilita actividades generadoras de ingresos, etc… todo ello superando las duras condiciones de vida que le han sido impuestas, basándose en la solidaridad y la colectividad. Realmente es en el modo de vida urbano posmoderno occidental donde la persona relega sus capacidades de organización social a un segundo plano y enfoca su lucha por la supervivencia de forma individual. Además del movimiento Ocuppy Wall Street somos muchos otros los que también tenemos que aprender de los habitantes de estas tent-cities.

    El derecho a la ciudad es de todas y todos y decidir la forma en que se organiza es una discusión en la que tienen que participar todas las personas y colectividades que hacen uso del espacio público. Si la gestión de la ciudad la ha llevado a límites tan aberrantes como para que tengan que surgir estos asentamientos es evidente que no está dando el resultado que se espera de ella. Es el momento de cambiarla por otras formas de organización. Si se quiere solucionar el problema, solo podrá ser teniendo en cuenta las necesidades y las propuestas de los sin-techo. No parece que esta sea la idea del pensamiento dominante. Durante el debate una persona del público sugiere la comparación de las políticas de vivienda social en Holanda con la falta de políticas habitacionales en los EEUU, tal vez algunas soluciones para este país estén siendo puestas ya en práctica en Latinoamérica, en las tomas de tierra. En España haríamos bien en paralizar de inmediato la sangría de desahucios y articular soluciones habitacionales a partir del stock de viviendas vacías para no hinchar el problema.

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