Desde ayer en Berlín, donde hago escala antes de ir a París para la conferencia sobre arquitectura y política. Ayer tuve oportunidad de volver a comprobar la capacidad de esta ciudad de cambiar sin cesar. Mi última visita fue hace tres o cuatro años y en este tiempo se ha terminado la actuación de Giorgio Grassi David Chipperfield en el Neues Museum (¡corregido! me advierten que, aunque Grassi ganó el concurso el proyecto se adjudicó finalmente a Chipperfield… que a su vez ha optado por una solución muy similar a la de Grassi, al menos en el exterior), se han iniciado las obras para el Berliner Schloss-Humboldtforum y levantado un terrible punto de información de varias plantas en el emplazamiento (esforzadamente moderno, quizá fruto de la mala conciencia por la reconstrucción del castillo), Leipzigerplatz está casi completa y la Friedrichstraße al norte de Zimmerstraße está mucho más consolidada y llena de actividad. Esto, en fin, sólo en un par de horas de paseo. También me acerca a revisitar el Nikolaiviertel, las torres de la DDR en torno a Fischerinsel y la manzana Victoria, que es quizá mi favorita de la IBA.
Por la noche me di un capricho largamente deseado y me acerqué al Berliner Ensemble a ver la versión de Lulu que Robert Wilson ha montado, una suerte de cruce entre hiperdrama expresionista y musical post-glam con música en directo de Lou Reed. ¡Ya podéis imaginar cómo lo pasé!
Esta mañana toca trabajar en la presentación en París y por la tarde nuevo periplo por la ciudad, esta vez a la mucho más tranquila y serena Zehlendorf, donde espero recoger una serie de materiales que me faltaban para completar las clases sobre las Siedlungen de Weimar y su entorno.