Selecciono a partir del comentario que Víctor, de Facetas urbanas, hace a una entrada reciente:
Te dejo una pesadilla recurrente con la intención de que alejes mis miedos. Frente al proceso de formación de la pantópolis aparece el espacio de la No Ciudad. El proceso de diseño de ciudades región acota el espacio que tradicionalmente hemos considerado “campo”, limitando su expansión y permitiendo un mayor control del mismo. El urbanita, seguro en sus ciudades, identifica la No ciudad como un espacio vacío, desconocido y por tanto potencialmente peligroso. ¿Quién se apropia de este No Espacio? ¿Quién lo gestiona?. Al igual que en la revolución industrial se necesitaron obreros y para la era de la tecnificación técnicos, para la era de las ciudades se necesitan ciudadanos. Los organismos internacionales se han ocupado de que los gobiernos se preocupen de la la gobernanza (imprescindible para vivir aglomerados), de hacer partícipe al ciudadano en la creación de las políticas (implicarlo), de apostar por ciudades complejas en donde conviven diferentes etnias, culturas, religiones y estratos sociales (necesario para limar las asperezas que aun crean la diferencias). Las ciudades globales son un ensayo previo necesario para el asalto a la pantópolis mundial…
La fase actual dedicada a crear corredores y formar ciudades región, diseña un territorio acotado por vías de comunicación, la velocidad prima y pocos o nadie sale de esa red. Con la excusa de compensar las emisiones de carbono, las empresas se apropian de grandes espacios naturales que amortizan doblemente al convertirlos en parques temáticos de ecosistemas en peligro de extinción…
Afortunadamente creo que el lugar de esa supuesta Pantópolis sigue siendo el que le atribuyes, es decir, el onírico de los sueños de unos y las pesadillas de otros. La crisis ha dejado atrás los tiempos en que esa perspectiva tenía algo de cierta, al menos tendencialmente. Recuerdo que hace unos años había motivos de alarma muy reales, incluso vertidos en textos normativos como la exposición de motivos de aquella nueva ley del suelo para la Comunidad de Madrid que el gobierno regional intentó desarrollar antes de descubrir que le resultaba más práctico acuchillar la 9/01 a base de pequeñas modificaciones. En aquella introducción podía leerse que el suelo urbano+urbanizable de la Comunidad de Madrid se elevaba “sólo” a un 14% del total de la región y que, una vez detraídos los suelos protegidos, quedaba libre para el desarrollo apenas otro 20%, más o menos (cito de memoria y es posible que equivoque las cifras).
Pero esas perspectivas quedan muy lejos, y quizás también sus críticas, fruto de la fijación cuantitativa que el urbanismo de todas las orientaciones ha tenido en los años del boom. Otra cosa, claro, es el modo en que lo urbano puebla los imaginarios y las prácticas cotidianas. Aunque aquí, a decir verdad, yo abriría un largo debate al respecto de los pros y contras de este proceso…
Quizá lo interesante sea comprender cómo se están hibridando las formas rurales y urbanas de práctica socioespacial, entender cómo la aspiración urbana de los pequeños asentamientos en nuestras regiones interiores están modificando formas de vida, cuadros de referencia, etc.
Saludos a todos, desde el campo en estos días de paréntesis.
Leave a comment